Aunque la vid es una planta que puede adaptarse a diferentes climas y suelos, existen zonas específicas en el globo terráqueo en donde la vid encuentra las condiciones ambientales para su mejor desarrollo y para la producción de vinos de excelente calidad. Estas zonas se ubican aproximadamente desde el paralelo 30º hasta los 52º de latitud, en los hemisferios norte y sur.
La vid necesita de las estaciones, ya que el clima cálido ayuda a su crecimiento y a la maduración de sus granos, como también el invierno, hace que la vid descanse. Los suelos deben ser pobres en materia orgánica; arenosos, arcillo-arenosos, arcillosos, calcáreos, pedregosos porque la planta busca los nutrientes de la tierra y ella misma los sabe administrar.
Es también necesaria la cantidad de sol, pero tampoco en exceso, muy poca cantidad de agua (350 a 750 mm aproximado por año) y se debe dar una cosecha anual.
Desde comienzos del siglo XVI el mundo del vino se dividió en dos categorías principales: Los vinos de viejo mundo y nuevo mundo. Los vinos de viejo mundo, como este título indica, son vinos que tienen una historia mucho más antigua en su trayectoria de producción y donde las técnicas tradicionales y el terruño forman parte de la “personalidad” única y especial de cada vino.
Algunos países que hacen parte del viejo mundo vitivinícola son: Grecia, Italia, Francia, España, Portugal, Alemania, Austria, Bulgaria, Georgia, Hungría, Rumania, Suiza, entre otros países europeos, incluyendo también algunos países del norte de África y Asia como algunos países árabes.
En el nuevo mundo, en cambio, son vinos que a pesar de las técnicas tradicionales que llegaron de viejo mundo, son mucho más tecnificados y jóvenes, ya que su historia comienza desde hace 500 años, el varietal (tipo de uva) es esencial, como también la mano del enólogo quien es el que le da la “personalidad” a los vinos.
Algunos países que hacen parte del nuevo mundo vitivinícola son: Canadá, Estados Unidos, México, Perú, Chile, Argentina, Uruguay, Brasil, Bolivia, Gran Bretaña, Sudáfrica, India, Australia, Nueva Zelanda, entre otros.
Es importante destacar que, aunque viejo mundo y nuevo mundo tengan diferencias muy marcadas, el punto donde se ponen de acuerdo es que no hay buenos vinos sin buenos terruños. No es lo mismo un Cabernet Sauvignon producido en Francia que uno producido en California o en Australia. Es así como cada técnica de cultivo y elaboración de vinos, cada terruño y cada etiqueta de nuevo o viejo mundo, nos ofrecen una diversidad de matices y estilos fascinantes de acuerdo con cada necesidad y gusto del consumidor.